Quién soy
Conocí a Esther Pérez Hernando en su estudio de Madrid a finales de diciembre de 2004. Se trataba de cambiar impresiones en relación con la galería madrileña más adecuada donde exponer su obra pictórica. Y poco tiempo después nace la idea de hacer este libro para reflejar las principales características de su producción artística.
Como otros muchos arquitectos, ella ha reconducido su carrera hacia su verdadera vocación: la pintura.
MOSS es su seudónimo escogido e ideado por la pintora, que bien podría ser el nombre de un pequeño pueblo noruego donde los artistas se reunían para intercambiar ideas y discutir sobre las tendencias actuales. De todo esto le hablo a Nina Pérez, que publicó un artículo explicativo a propósito de la exposición realizada por la artista en una galería de Nueva York el mes de octubre de 1996, compuesta por collages (1991-1993) y sus esculturas móviles en hierro (1994-1996).
Satisfecha al fin, de haber encontrado un estilo propio que no se identifique con las señas de identidad de otros artistas, MOSS, seudónimo de Esther Pérez Hernando (Madrid, 1957) estudió en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, se licenció con 23 años y a continuación se presentó a un Concurso de arquitectura, en el que fue galardonada con el importante premio Suizo «El Experimental» (1983). Una originalísima vivienda que se erige frente a la Sierra de Gredos, en el Valle de Tiétar rodeada de robles, encinas y alcornoques. Allí construyó Esther (MOSS) su casa, un edificio con un gran aire escenográfico y en la línea de la arquitectura tuhk. Su fachada posterior se levanta sobre la piscina, en consonancia con el singular ambiente Creado a tal efecto. Es en este espacio tridimensional donde comienza la «provocación» artística de la autora, una actitud de creación que no pasa desapercibida en modo alguno. La reacción del espectador será muy distinta en cada caso, según sus gustos o su sensibilidad, pero lo cierto es que no deja a nadie indiferente.
MOSS siempre ha vivido y trabajado en Madrid. De 1985 a 2010 compagina su profesión de arquitecta, en un estudio donde trabaja en proyectos de diseño artístico enfocados a viviendas unifamiliares y mobiliario, con su verdadera vocación: la pintura. Se trata de una época de experimentación continua, en la que utiliza materiales muy diversos en pintura, escultura, fotomontajes, fotografía… Una búsqueda que se intensifica a medida que trascurren los primeros años. desde 1988 se dedica exclusivamente a buscar un estilo propio, que al día de hoy MOSS, ha logrado plenamente. Durante este tiempo su obra se desarrolló dentro del expresionismo abstracto superando así sus primeras referencias visuales basadas en los pintores que más admira Miró, Tapies, Guinovart…
En cuanto a la técnica, emplea acrílicos, pastas, telas, tinta china, todo ello mixturizado y recapacitado, buscando siempre el contraste cromático y en el que el uso del negro se convierte en imprescindible, en una constante. El color es para MOSS un importantísimo elemento tensional, lo que en el fondo es muy española, con la combinación de rojos y negros, concibiendo así una obra que provoca un shock inevitable en el espectador.
Casi toda la obra está compuesta por zonas activas, es decir, superficie pictórica que ocupa y activa al mismo tiempo mediante el color. Trabaja aplicando la materia con sus manos o con la ayuda de pincel para construir masas informes como heridas o profundas vivencias. LO táctil, lo dúctil, el material es el instrumento para expresar su Condición de pintora cuyo resultado asoma de manera intemporal. Algunas de Sus obras vienen a resultar bajo relieves por la cantidad de materia pictórica aplicada, y manipula a veces de manera automática al soporte, pinceles que parecen actuar por un impulso propio, siempre desde la abstracción en la que las sensaciones desembocan en impactos frente al lienzo o al cartón para lo que suele emplear grandes formatos. Dentro de los instrumentos necesarios para la construcción de su obra alude a veces a un sentido trágico por la enorme capa de negros, pero los contrasta sabiamente con la explosión de color, sobre todo con rojos que simbolizan la idea principio-fin, o lo que es lo mismo, el nacimiento y la muerte.
Los títulos de las obras, que en apariencia nada tienen que ver con el contenido, se disponen por la autora para provocar la sensibilidad des espectador, al igual que sucede con su pintura: «Apesta a fresco»; » No, esta noche no «; «Cubitos de pan bimbo»; «La polla de la cebra»… Busca de esta suerte motivar quien contemple su obra, sorprender, no dejar indiferente a nadie. Para ello se enfrenta directamente con el lienzo, Sin bocetos previos, sin memoria, cuadros casi siempre muy empastados. La composición se basa en el color, no hay dibujo, para lo que actúa bajo el impulso temperamental utilizando elementos contradictorios. En ocasiones, la obra resultante, siempre bajo los parámetros de la abstracción, posee las notas propias de un bodegón. Eliminar la temática, aunque si observamos la obra con detenimiento nos daremos cuenta de que nada en ella es casual, se trata siempre de composiciones muy meditadas.El resultado final es delirante y aún contradictorio. Vemos movimiento en las formas y en la composición al emplear elementos opuestos aplicados siempre por extraordinaria energía.